Allen ha dejado su marca en la historia del cine con su obra, pero eso no significa que deba quedar exento de críticas.
Hoy, Woody Allen celebra su 90 cumpleaños, una fecha que los amantes del cine –a pesar de todas las controversias– difícilmente pueden ignorar.
Humor neurótico y una inclinación por la melancolía
Durante más de seis décadas, Allen ha dado forma al mundo del cine: como director, guionista, actor, comediante y músico. Desde Annie Hall hasta Manhattan y Midnight in Paris, creó una firma distintiva que combina humor neurótico con preguntas filosóficas, observaciones cotidianas y cierta melancolía romántica.
Sus películas a menudo se sienten como ensayos literarios en movimiento, impulsados por jazz, ironía y una autocrítica intelectual muy marcada. Sin él, a las comedias cinematográficas modernas les faltaría un elemento estilístico definitorio.
Un regusto más que amargo
Sin embargo, en este aniversario no podemos contemplar su obra sin reconocer la sombra que lo ha acompañado durante muchos años. Las acusaciones de abuso que se remontan a los años noventa, la división de la opinión pública, las disputas legales y las evaluaciones morales han llevado a que Woody Allen sea visto no solo como un artista, sino también como una figura problemática.
Los debates que lo rodean se han convertido en parte del modo contemporáneo de abordar a los artistas cuyas vidas privadas y obras públicas parecen inseparablemente entrelazadas. Por esta razón, hoy no se puede celebrar su figura sin mirar críticamente, hacer preguntas y reflexionar sobre la responsabilidad tanto del público como de la industria.
¿Separar el arte del artista?
Precisamente por eso es importante adoptar una postura matizada. Las acusaciones son serias, las discusiones son socialmente necesarias, pero no borran automáticamente el valor cultural de sus películas.
Los clásicos no han desaparecido, y han influido en la historia del cine de maneras que existen independientemente de la evaluación moral de Woody Allen como persona: la forma, el tono, un estilo único de diálogos, una estética que sigue inspirando a directores hoy en día.
Así, en el 90 cumpleaños de Woody Allen, se pueden reconocer dos cosas: es posible apreciar su obra y aun así observar críticamente a la persona. La historia del cine no puede reescribirse, pero sí podemos aprender a relacionarnos con ella de forma más consciente: con alegría por el arte y con responsabilidad hacia la realidad que hay detrás.
El artículo original fue escrito por Daniel Fersch.