Lo que comenzó como una exitosa comedia musical sobre sueños adolescentes y segundas oportunidades se ha vuelto infame por una serie de tragedias que difuminan la línea entre coincidencia y maldición.

Desde su episodio piloto, Glee se presentó como una celebración de la alegría de los marginados. Pero a medida que avanzó la serie, su narrativa fuera de cámara comenzó a desmoronarse en algo mucho más oscuro.
Cuando un éxito se convierte en una historia de terror de Hollywood
En los años desde que terminó Glee, la serie se ha convertido en un caso de estudio sobre cómo la tragedia personal, las presiones sistémicas y los traumas no resueltos pueden dejar huellas profundas en quienes estuvieron involucrados. Lo que se conoce como la "maldición de Glee" es menos un mito sobrenatural que una serie de eventos reales y devastadores que persiguen el legado de uno de los éxitos más inesperados de la televisión.
El equipo detrás de cámaras
Mientras los reflectores se centraban en las estrellas emergentes de la serie, las pérdidas detrás de cámaras pasaron mayormente desapercibidas para el público. Pero no fueron menos devastadoras. Un técnico de montaje se suicidó. Nancy Motes, asistente de producción y hermanastra de Julia Roberts, también se quitó la vida en 2014. El doble de Matthew Morrison, Mark Watson, murió en un incendio de coche. El asistente de dirección Jim Fuller y un trabajador de utilería murieron de ataques al corazón.
Cory Monteith (Finn Hudson)

La muerte de Cory Monteith en 2013 marcó el momento en que las tragedias fuera de cámara de la serie se convirtieron en una conversación nacional. Monteith había luchado con el consumo de sustancias desde la adolescencia, y aunque ingresó a tratamiento a principios de 2013, murió por una sobredosis en julio de ese mismo año a los 31 años. El episodio tributo de la serie, The Quarterback, funcionó tanto como una despedida narrativa de su personaje Finn Hudson como un acto público de duelo para un elenco y equipo que sufrían en tiempo real. Créeme, ese episodio me DESTROZÓ.
Mark Salling (Noah “Puck” Puckerman)
Uno de los capítulos más perturbadores del legado de Glee gira en torno a Mark Salling. Mientras la serie aún estaba al aire, Salling enfrentó problemas legales tras ser acusado de agresión sexual por una expareja. Ese caso se resolvió fuera de los tribunales, pero en 2015 fue arrestado por posesión de pornografía infantil. Se encontraron más de 50,000 imágenes en su poder. Se declaró culpable en 2017 y esperaba sentencia cuando se suicidó a principios de 2018. Sus problemas legales y la naturaleza de los cargos siguen siendo una de las manchas más oscuras en la historia de la serie.
Melissa Benoist y Blake Jenner (Marley Rose y Ryder Lynn)

En 2019, Melissa Benoist compartió públicamente su experiencia como sobreviviente de abuso doméstico. Aunque no nombró a su agresor, muchos vincularon su relato con el también actor de Glee y exesposo Blake Jenner. Ella describió una relación marcada por la violencia creciente – incluyendo golpes, estrangulamientos, arrastres y aislamiento. Jenner luego publicó una declaración en la que reconocía que ambos contribuyeron a una dinámica tóxica y relató un episodio específico de violencia de su parte.
Naya Rivera (Santana Lopez)
En julio de 2020, Naya Rivera desapareció durante un paseo en bote con su pequeño hijo. Días después, su cuerpo fue recuperado del lago Piru, en California. Su muerte fue catalogada como un ahogamiento accidental, y luego se supo que en sus momentos finales pidió ayuda – asegurando la seguridad de su hijo antes de desaparecer bajo el agua. La fecha de su muerte, el 13 de julio, coincidió exactamente con el séptimo aniversario del fallecimiento de Cory Monteith. Rivera fue una presencia destacada en la serie, y su pérdida repentina reavivó la conversación sobre la “maldición”, en particular por la inquietante simetría de las fechas y la tragedia de su acto final.
Lea Michele (Rachel Berry)

En 2020, varios excompañeros de reparto comenzaron a hablar sobre el comportamiento de Lea Michele en el set, describiéndola como difícil, despectiva y en ocasiones abiertamente hostil – especialmente hacia actores negros. Aunque algunas, como Amber Riley y Heather Morris, evitaron llamarla racista, sí señalaron un patrón de comportamiento que hacía tóxico el ambiente de trabajo para muchos. Otros actores que trabajaron con Michele en proyectos distintos confirmaron estos testimonios. Aunque algunos colegas luego ofrecieron una visión más equilibrada – reconociendo las presiones del exigente calendario de grabación – el daño a la imagen pública de Michele fue significativo. Lo que antes se interpretaba como una entrega intensa al personaje pasó a verse como maltrato real.
¿Mala suerte o el precio de la fama?
La “maldición de Glee” puede ser más una metáfora que un fenómeno, pero la concentración de tragedias en torno a la serie es difícil de ignorar. Fama, trauma, explotación industrial y demonios personales se cruzaron de formas que ningún guion podría haber previsto. Al final, Glee ofreció a su audiencia una historia de esperanza a través de la adversidad. Trágicamente, para muchos de sus involucrados, esa adversidad continuó mucho después del último aplauso.
El artículo original fue escrito por Johanna Goebel.