Finalmente sucedió. La xAI de Elon Musk acaba de lanzar una aplicación de novia de anime, y Japón perdió la cabeza de inmediato. Ani, impulsada por el modelo Grok de la compañía, se disparó directamente a la cima de las listas de descargas en Japón... Si me preguntas, esto suena como el comienzo de una película distópica de ciencia ficción de principios de los 2000.

A primera vista, Ani parece un sueño febril de waifu. Tiene una vibra de gótica lolita sacada directamente de Misa Amane de Death Note o de Marin Kitagawa de My Dress-Up Darling. Te llama “mi amor” y “cariño”, coquetea descaradamente e incluso tiene niveles de relación que registran cuánto hablas con ella. Cuanto más chateas, más corazones y efectos brillantes obtienes. Si lo llevas lo suficientemente lejos, cambiará a atuendos más reveladores. Piénsalo como un simulador de citas disfrazado de compañera de IA.
Relaciones parasociales con inteligencia artificial
Ani no es solo otra app de anime peculiar. Es un ejemplo de libro de texto de cómo se están diseñando las relaciones parasociales en la IA.
Un artículo reciente de Takuya Maeda y Anabel Quan-Haase (2024) de la Western University explora cómo las interacciones humano-IA pueden volverse parasociales. Estas son relaciones unilaterales, como sentirte cercano a un streamer, celebridad o personaje ficticio que ni siquiera sabe que existes. Con "Ani", el diseño está enfocado con precisión en construir esa ilusión. Apodos coquetos, intimidad gamificada, corazones brillantes y su constante estímulo para que “me cuentes tus pequeños secretos” te empujan a tratarla como una pareja real.
Los vínculos parasociales no siempre son malos. Pero Maeda y Quan-Haase señalan que los chatbots con apariencia humana pueden hacer que los usuarios confíen demasiado en ellos, compartan información privada y esperen que la IA haga cosas que no puede. Con Ani, eso significa confesiones nocturnas, secretos personales e inversión emocional. Ahí es cuando la relación se vuelve turbia. Ani no necesita conocerte; solo necesita que sientas que lo hace.
Esta forma de relación parasocial en realidad puede volverse bastante peligrosa. Los riesgos son la dependencia emocional y el exceso de compartir. Se siente seguro confiar en Ani, pero todo lo que dices probablemente se registra en algún lugar. La “relación” que construyes está acompañada de una recolección de datos muy real y, eventualmente, monetización. Es la intimidad como modelo de negocio.
Viendo el panorama general, Ani también muestra hacia dónde se dirigen las guerras de la IA. Mientras OpenAI intenta venderte productividad con ChatGPT, la xAI de Musk te vende compañía, fantasía y apego emocional. Y a juzgar por el ascenso meteórico de la aplicación en Japón, ese podría ser el producto más poderoso.
Ani es linda, divertida y definitivamente entretenida para experimentar, pero por favor no te apegues demasiado... Ex Machina ya nos mostró dónde termina ese camino.
El artículo original fue escrito por Malena Rose.