Vampire Therapist es un juego narrativo único que combina humor oscuro, una historia conmovedora y psicología real en una aventura inolvidable.

Si alguna vez te preguntaste qué pasaría si los antiguos inmortales enfrentaran técnicas modernas de salud mental, Vampire Therapist es la aventura narrativa que no sabías que necesitabas. Este juego galardonado y nominado a los BAFTA no es solo otra novela visual extravagante: es una experiencia conmovedora, con humor negro y sorprendentemente práctica, que se adentra en el mundo de la terapia adaptado a los no muertos eternos.
Un vaquero vampiro con licencia de terapeuta
En Vampire Therapist te pones en las polvorientas botas de Sam Wells: un antiguo vaquero de las llanuras sin ley, ahora convertido en terapeuta inmortal con siglos de culpa y arrepentimiento bajo la capa. Tras cambiar las pistolas por una libreta de notas, Sam abre consulta en un club nocturno sombrío escondido en Alemania. Es allí, entre luces de neón y secretos susurrados, donde trabaja para sanar a vampiros que cargan traumas de siglos de vida inmortal.
Guiado por su mentor Andromachos, de 3.000 años de edad, Sam intenta ayudar a otros vampiros a enfrentar miedos profundos, delirios y una autocrítica devastadora, todo mientras lucha con su propio y sangriento pasado. ¿El resultado? Una historia sincera que trata tanto sobre el camino de autocompasión de Sam como sobre los clientes que trata.
Un elenco que vale la mordida
Parte del encanto de Vampire Therapist es su inolvidable elenco de voces. El juego cuenta con talentos como Matthew Mercer (Baldur’s Gate 3, Critical Role), Sarah Grayson (Gone Home, Hades 2), Cyrus Nemati (Hades, Pyre), Francesca Meaux (Final Fantasy VII: Rebirth), y nuevas voces como Kylie Clark y Kit Chen. Cada interpretación aporta carisma, ingenio y emoción genuina a personajes que pueden tener miles de años, pero que siguen siendo dolorosamente identificables con sus inseguridades modernas.
A diferencia de la mayoría de novelas visuales, Vampire Therapist no solo cuenta una buena historia: también enseña algo útil. Basado en prácticas reales de terapia cognitivo-conductual (TCC), el juego te desafía a reconocer patrones de pensamiento dañinos —como el pensamiento en blanco y negro, las etiquetas o la ilusión de control— durante las sesiones de terapia. Guiar suavemente a estos clientes inmortales hacia formas de pensar más sanas te lleva, sin darte cuenta, a reflexionar sobre tus propios hábitos mentales. Es un raro ejemplo de juego que entretiene, educa y trata temas serios con humor, sensibilidad y profundidad inesperada.
Un mundo de historia, humor y corazón
Parte de la diversión está en cómo Vampire Therapist entrelaza eventos históricos, rencores ancestrales y traumas que abarcan siglos dentro de su narrativa. En un momento estás explorando los orígenes medievales de un vampiro, y al siguiente estás hablando sobre su lucha para adaptarse a un mundo moderno que ya no se parece en nada al que conocieron. Cada sesión revela nuevas capas del pasado de los personajes… y las formas en que ese pasado aún los persigue.
Todo esto se presenta con una estética estilizada, sombría y a menudo hilarante, que recuerda a Lo que hacemos en las sombras o El joven Frankenstein. Su humor oscuro y personajes extravagantes equilibran los temas más pesados con bromas bien colocadas y situaciones absurdas que hacen que la angustia existencial sea más digerible.
Cuando llegan los créditos finales, Vampire Therapist deja mucho más que buenos recuerdos. Es una historia sobre aceptar nuestros defectos, enfrentar demonios internos (a veces literalmente), y encontrar la autoaceptación —ya sea que hayas vivido treinta años o tres mil.
Para quienes sienten curiosidad por la psicología, los fans de las aventuras narrativas o aquellos que buscan una historia de vampiros que vaya más allá de los clichés, Vampire Therapist es una experiencia inolvidable. Ojalá más juegos te hicieran reír, llorar y reflexionar profundamente sobre tus distorsiones cognitivas… mientras pasas el rato con inmortales melancólicos en un club nocturno.
El artículo original fue escrito por Florian Frick.