Andrew Tate, que se presenta como “macho alfa”, es puesto en su lugar por el peor boxeador que pudieron encontrar

La autopresentación de “macho alfa” se desmoronó ante pruebas “tangibles”.

Tate Boxing
Lo que queda son moretones y un sinfín de memes. | © YouTube / KnowYourMeme

El influencer, sumamente controvertido, Andrew Tate sufrió un golpe de realidad en el ring. En su debut como boxeador profesional, perdió por puntos ante la estrella de la telerrealidad estadounidense Chase DeMoor. El combate, realizado bajo el paraguas de la liga de influencers Misfits Boxing, se volvió rápidamente simbólico: grandes palabras chocando con la realidad atlética.

El odio hacia las mujeres como herramienta de marketing

Fuera del ring, Tate lleva años siendo una figura polarizadora. Su presencia en línea se alimenta de la provocación, la autopromoción agresiva y una visión del mundo que con frecuencia se critica por misógina y tóxica. A esto se suman graves acusaciones legales —que él niega— y que, aun así, siguen pesando sobre su imagen pública. Trata de personas, abuso, extorsión —dirigidas exclusivamente contra mujeres— dibujan un retrato de su hostilidad profundamente arraigada hacia el género femenino.

Su retórica, en cambio, refleja el rechazo de sus propias inseguridades masculinas. Las emociones, afirma, son debilidad; solo el cálculo frío es verdaderamente masculino. Al final, lo que queda no es más que una estrategia de ventas: hablarles a los hombres de un ideal inalcanzable, y un puñado de personas aisladas y solitarias te seguirá y te lanzará dinero con la esperanza de algún día convertirse en ese hombre ficticio.

Bajo la fachada del llamado “macho alfa”, se cometen numerosos actos misóginos y deshumanizantes, ya sea ignorados, negados o minimizados como “cultura de la cancelación” cuando surgen reclamos de rendición de cuentas.

Tate, claramente superado

En este contexto, el combate de boxeo se convirtió en algo más que deporte: fue una prueba de la imagen que Tate cultiva con tanta agresividad.

Desde el punto de vista atlético, Tate mostró resistencia al principio, pero le faltaron fondo, timing y un control claro del ring. DeMoor se vio más sólido físicamente, conectó los golpes más limpios y dominó, sobre todo, en los asaltos finales. Por eso, la derrota por puntos fue inevitable, y reveladora para un hombre al que le gusta presentarse como un “alfa” invencible.

Lo que hizo el resultado especialmente sabroso para el internet hambriento de schadenfreude: Tate, en la práctica, había elegido a este rival. Creyendo que DeMoor sería un enfrentamiento fácil —alguien que desde fuera parecía un boxeador totalmente falto de talento—, Tate terminó siendo superado en el ring, donde DeMoor conectó suficientes golpes con intención como para dejarlo claramente en su lugar.

La derrota ilustra lo delgada que puede ser la línea entre la actuación y la realidad. El boxeo de influencers puede ser entretenimiento, pero el ring no perdona mitos fabricados. Para Tate, la caída representa no solo una mancha en su récord, sino un golpe de realidad muy público: el volumen no reemplaza la habilidad, y la autoconfianza no sustituye la técnica.

Internet reacciona con schadenfreude

Apenas se decidió la derrota de Andrew Tate ante Chase DeMoor, internet respondió. Lo que, en términos deportivos, fue una clara derrota por puntos se transformó rápidamente en línea en un desmantelamiento colectivo de la persona que Tate se construyó —acompañado de burlas, escarnio y una avalancha de memes.

En plataformas como Twitter, TikTok y Reddit, los usuarios se centraron en particular en el contraste entre años de retórica de “macho alfa” y su desempeño en el ring. Entre las publicaciones populares hubo comparaciones de imágenes con el texto "Alfa en internet vs. realidad" o clips cortos que yuxtaponían las citas grandilocuentes de Tate sobre fuerza y dominio con escenas del combate.

Un revés para la escena de los “autopromotores masculinos”

Otros fueron más allá y presentaron la pelea como un símbolo de toda la figura pública de Tate. En hilos de discusión, se lo citó como un ejemplo claro de cómo la autopromoción, la provocación y la fama en internet pueden derrumbarse cuando se miden frente a un desempeño genuino.

Las reacciones fueron especialmente celebratorias entre quienes llevan años criticando a Tate por sus declaraciones misóginas, su tono agresivo y su modelo de negocio. Para ellos, la derrota fue menos un evento deportivo que un momento de reivindicación.

Las secuelas digitales muestran que la derrota de Tate resuena mucho más allá del ring. No golpeó solo a un boxeador, sino a una marca cuidadosamente construida. En una cultura de internet que disecciona la debilidad sin piedad, la pelea se convirtió en materia prima para memes y en otra prueba de que la retórica grandilocuente en línea se vuelve un blanco en cuanto choca con la realidad.

El artículo original fue escrito por Daniel Fersch.

Ignacio Weil

Creador de contenido para EarlyGame ES y conocedor de juegos independientes y de terror. Desde Dreamcast hasta PC, Ignacio siempre ha tenido pasión por los juegos indie y experiencias enfocadas en la historia....