Un castillo, tres desarrolladores, cuatro jugadores y veintiún años de hibernación.
Aunque hoy sería imposible imaginar el panorama actual de los videojuegos sin la escena indie, vale la pena mirar atrás para apreciar cuánto hemos avanzado. En cuanto el mercado empezó a estar dominado por consolas que requerían certificación de los productores, se volvió casi imposible para los desarrolladores llevar sus ideas al mercado sin el respaldo de una distribuidora establecida.
El primer intento de Sony por desafiar este modelo fue el Net Yaroze, un kit de desarrollo lanzado en 1996 orientado al consumidor que incluía una consola PlayStation para depuración y otras herramientas necesarias. Uno de sus proyectos más prometedores, Magic Castle de 1998, estaba listo para ser publicado por Sony... hasta que el intento de la compañía por reclutar a los desarrolladores provocó que el juego solo viera la luz en 2020.
Emprendiendo una nueva aventura
Magic Castle fue creado en 1997 por un pequeño equipo independiente japonés conocido como KAIGA, liderado por los desarrolladores Keiichi Matsunami y PIROWO. Su objetivo era producir un RPG de acción y fantasía completamente desarrollado para PlayStation que demostrara lo que un estudio independiente podía lograr en una consola, sin la interferencia de grandes editoras.
Ambientado en una vasta fortaleza mágica, el juego pone a los jugadores en la piel de uno de cuatro aventureros (Caballero, Arquero, Luchador o Mago), encargados de superar veinte niveles para enfrentarse a un hechicero maligno que acumula riquezas robadas. Este título de fantasía al estilo Zelda ofrece acción en tiempo real y exploración de mazmorras, dentro de un sistema con salas generadas de manera semi-procedural.
Utilizando una perspectiva ortográfica, Magic Castle integra entornos 3D con sprites en 2D, permitiendo movimiento libre, escalada y combates adaptados a cada clase. Su diseño incluye modo cooperativo para hasta cuatro jugadores, una interfaz personalizable, equipo y objetos coleccionables, y una profundidad comparable a los RPGs de consola de la época.
El intento de quedarse con el tesoro
El desarrollo de Magic Castle comenzó en 1997, pero en 1998 el proyecto fue archivado después de que Sony, a pesar de acuerdos previos, se negara a publicarlo (la propuesta original puede verse aquí). En cambio, la compañía buscó incorporar al equipo dentro de su estructura corporativa, algo que KAIGA rechazó, citando su deseo de mantener su libertad creativa.
Poco después, KAIGA se disolvió y sus miembros siguieron caminos distintos: el desarrollador principal Matsunami se unió a Sega, mientras que otros optaron por proyectos independientes o de menor escala. Mientras tanto, el código fuente y los recursos de Magic Castle —pese a que el juego era jugable— se consideraron perdidos durante muchos años, condenando el título a un largo letargo.
En 2020, PIROWO, uno de los desarrolladores originales, redescubrió el antiguo código fuente en un disquete e inició los esfuerzos para restaurar el juego, aplicando parches hasta hacerlo público. Finalmente, la versión revivida de Magic Castle se lanzó gratuitamente en línea (a través de plataformas como el Internet Archive), permitiendo al público jugarlo décadas después.
Una grata sorpresa
Tras su inesperado lanzamiento, Magic Castle despertó gran interés entre las comunidades de videojuegos retro y los entusiastas del indie, que elogiaronsu ambición y su encanto nostálgico. PIROWO incluso publicó en Twitter un manual original para reforzar la experiencia retro de la era PS1. Aunque no fue un lanzamiento comercial tradicional, el título generó una gran cantidad de conversaciones positivas en línea.
Aunque la versión actual es completamente gratuita, otros proyectos cancelados en su momento y relanzados también de forma gratuita —como Deathbounce— terminaron recibiendo una reedición comercial. Sumado a la expansión de editoras especializadas en reediciones, una versión física para PS1 de Magic Castle podría no ser algo tan lejano.
En este sentido, el juego sirve como un claro ejemplo de cómo los proyectos impulsados por la pasión pueden tener una segunda vida, incluso si lleva tiempo lograrlo. Y, naturalmente, Magic Castle tenía mucho a su favor: su exploración de mazmorras encaja perfectamente con el auge actual del género roguelike y sus gráficos apelan directamente a la nostalgia de la era PS1. En cualquier caso, constituye una pieza fascinante de la historia del videojuego independiente.
El artículo original fue escrito por Adrian Gerlach.